VOLVER
otros pierden y se están
aunque no ganen primero:
¡Un cotompinto es la vida,
y Dios, el cotompintero!
Cotompinto de la vida / Esteban Avendaño / 1937.
I.- EL CORAZÓN
Y entre los giros de la vida, se cuenta que una joven mujer se encontró con una cámara que la contactó con los procesos análogos de la fotografía. Llegó a sus manos en comodato, y como niña con juguete nuevo, la echó a su bolso color vino y decidió salir de viaje. En su camino se encontró con un Carnaval Azteca, entre la embriaguez de la fiesta se enamoró de un corcel tallado en madera, y le juró fidelidad con la promesa de que guardaría la luz que el animal destellará a su paso.
La mujer de sonrisa descarada tomó la mano de su padre y acompañada de amigables luciérnagas que iluminaron su trayecto, recorrió pueblos y barrios para seguir el trote de su caballo. Ninguna noche o tarde fue igual, todas han sido distintas. La enamorada suele alimentarse de los néctares que una maga llamada Sorpresa le da en cada encuentro. Hoy, el corazón de la ingrata ya le pertenece a ese corcel llamado Recuerdo.
II.-LA CAMPANA
Las vísperas de una fiesta, las ilusiones de infancia que se rigen con el calendario de la iglesia católica, esas ferias que se visten de luces sonrojadas y giros interminables, ese es el retorno que nutre la nostalgia de la fotógrafa Regina Mejía y que plasma a través de las 10 imágenes que propone en la exposición titulada Volver.
Una cámara estenopeica fue la carnada para atrapar las escenas que Regina Mejía acaricia en la imaginación y en sus reencuentros con tiempos distantes, de risas y de grandes amores. Esta exposición tiene un engrane que permite disfrutar de un juego fabricado por Adriana Chávez, quien hizo la curaduría de lo que hoy miramos. En esta representación, entra a escena el blanco y negro con el papel de la nostalgia, para emular imágenes de finales de los años 80; también en el reparto aparece el color, quien da vida al presente.
III.- LA CHALUPA
En este proyecto realizado entre 2016 y 2017, y que forma parte de la Octava Semana de la Fotografía Estenopeica, Gina Mejía se reencontró con sus pasos en las grandes ferias de los Valles Centrales de Oaxaca. San Antonino Castillo Velasco la sedujo durante los días de carnaval, en la Villa de Etla su estenopo se bebió la euforia de los jueguitos del Quinto viernes. Sin llegar a la Sierra Sur, el ritual estenopeico conjuró la feria de Ejutla de Crespo durante la Semana Santa.
Muchas fueron sus miradas, pero la fotógrafa decidió que con una misma imagen abre y cierra su muestra, se trata de un momento de descanso de un dragón que todas las noches quiere tocar el cielo, el instante se presenta en formatos diferentes: la primera una panorámica de 1.50 por 70 centímetros y la última de 50 por 50 centímetros. Así, Regina Mejía desafía al espectador a treparse de nuevo a una noche sin fin.
Cruzar la cortina para meterse a la carpa de los títeres, tras hallarlos en una feria muy lejana a la ciudad, es comprar un boleto para viajar al pasado, ahí Regina Mejía pone un pie y se esfuma a otro momento. La artista visual cuenta, entre charlas nocturnas, que le interesa documentar las ferias de los barrios de la ciudad de Oaxaca, porque han perdido espacios, donde la prioridad al tránsito vehicular influye para que cada día existan menos calles para las ferias y los giros y los foquitos de colores se vayan apagando.
En este trabajo el paso del tiempo es medular, mientras el infante no quiere los minutos corran para que el carrusel no deje de girar, la fotógrafa mira el tiempo con paciencia, persuade a la luz que nutre cada toma, donde la trayectoria y el movimiento de los juegos mecánicos son impecables en la labor de una técnica artesanal.
V.- LA ESTRELLA
Entre atardeceres, noches y días de carretera, la mujer no deja atesorar la luz que desprende su corcel de madera. En su camino, además de la maga Sorpresa, las luciérnagas le han enseñado que este mundo no siempre es individualista, que hay gente que es generosa con sus afectos, con su tiempo y sus conocimientos.
Para celebrar este entendimiento, la mujer llegó a un lugar muy popular, donde exhibirá sus amoríos con su caballo, justo en la esquina donde todo el que pasa voltea, donde se come bien y están todos sus amigos, donde el tiempo no pasa y volver se hace inevitable.
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