Pieza de arte que toma vida con la muerte
Oaxaca, Oax.- Sobre los serpenteantes caminos que se forman entre cada rasgo de la figura esculpida en el piso, los dedos ágiles de Miguel Avendaño Acevedo vierten con maestría los polvos de origen vegetal o diamantina, con la finalidad de otorgar vivacidad a su obra, cuya base de arena, aceite y harina dan forma a santos, cristos o vírgenes.
Esta ofrenda de singular belleza, protagoniza un emblemático ritual católico que se palpa al conmemorarse los nueve días del funeral de algún oaxaqueño. Aunque cotidianamente se le conoce a esta costumbre como ‘Tapete de Nueve Días’, para su creador deberían ser llamados: Testimonio de vida.
Este artista relata que fue su padre, el pintor José Rodolfo Avendaño Reyes, quien lo preparó en este oficio que entre dolor y tristeza, provoca la admiración de quienes se dan cita a la llamada ‘Levantada de Cruz’ –rito que culmina el novenario de oración ante el fallecimiento de una persona–.
“Mi papá era pintor y él me confió cómo hacer bien este trabajo”, añade el escultor de estos fascinantes mosaicos arraigados a la cultura oaxaqueña, y explica, que para él este tipo de escultura de arena se deben nombrar Testimonio de vida, “porque se recrea la imagen religiosa que el difunto solía adorar o guardaba devoción en su paso por la tierra”.
-De santos a vivos
Durante casi cuatro décadas, Avendaño Acevedo se ha dedicado a esta actividad, y cuenta que aunque los tiempos cambian y nuevas religiones surgen, la costumbre de colocarse un ‘Tapete de Nueve Días’ en casa de la familia doliente sigue vigente. A tal grado, que por semana él elabora dos figuras diarias; sin embargo, confiesa que no lleva la cuenta de cuántas imágenes diferentes ha realizado desde que se inició en este oficio.
“Siempre ando en alguna casa de la ciudad, pero también me hablan de los pueblos o de otras regiones del estado, a donde me llaman voy”, comenta el hábil artista, que elabora la ofrenda en la habitación donde fue velada la persona fallecida. “He llegado a estados como Chiapas, Puebla, Veracruz, Morelos y el Estado de México, entre otras partes del país”.
La Virgen de Juquila, de Guadalupe, el Señor del Rayo, el Corazón de Jesús y el Cristo de la Divina Misericordia, son las imágenes que más le solicitan plasmar para honrar la memoria de un difunto. “Yo en lo particular le tengo mucho cariño a la imagen de nuestra Señora de los Dolores, cuando me piden hacerla me pierdo, me encanta”, dice emocionado. Y asegura que en todos sus trabajos pone toda su entrega.
Durante su experiencia como hacedor de tapetes de arena, le han solicitado recrear advocaciones de vírgenes y santos que no conoce o personajes contemporáneos, “hace poco fui a una casa donde me pidieron que hiciera la figura del Papa Juan Pablo II, también en la Catedral me solicitaron hacer el retrato de un arzobispo. Lo importante es que la imagen quede a gusto del creyente, y le doy gracias a Dios porque él nos ayuda a hacer las cosas”, acentuó el entrevistado.
-Una musa que da vida
Miguel Avendaño avanza delineando los contornos de una figura de la Virgen María con un corazón en las manos, durante su jornada se mantiene muy cercano a su esposa, Felipa García, quien sigue sus trazos para ponerle color a la imagen de arena.
“En todos los tapetes ella es la que pinta, la que le da vida. Un mal dibujo con una buena pintura se puede componer, pero un buen dibujo con una mala pintura se pierde, y ella le da vida a lo que yo hago”, indicó el artista.
Al ver trabajar a don Miguel, no faltan los esporádicos espectadores que se detienen ante su proceso de creación, asombrados por la destreza con la que el experto elabora cada pieza, donde los años y su talento han sido su mejor herramienta.
Así, para la elaboración de cada tapete, Avendaño Acevedo aclara que su técnica no requiere un dibujo previo, porque él se basa únicamente en el modelado. “Me he enterado y he visto a personas que lo quieren hacer, y pues no pueden, porque ellos tratan de dibujarlo y esto no se dibuja, se modela”.
– De semillas a diamantina
Aunque las bases de su oficio fueron sentadas en él por su padre, el procedimiento ha ido transformándose, porque los materiales ya no son los mismos. “Cuando mi papá empezó a hacer los tapetes, utilizaba el aserrín pintado, semillas, anilinas y a veces flor picada, pero ahora ya nosotros lo hacemos con pintura vegetal, harina y diamantina. Actualmente la pintura vegetal es difícil de conseguir, uno tiene que irse adaptando a los cambios y al material que sobreviva”.
El artista que llega con el luto de una familia, cuenta que usar pintura vegetal en este oficio se vuelve elemental, porque ésta no resulta tóxica, se adhiere al piso y no se levanta la obra con el aire; además, que no mancha y permite que con el tiempo no cambien los colores.
“Ha de saber que mi trabajo puede llegar a durar hasta un año, ni siquiera el polvo lo descompone”, agregó el entrevistado. Sin embargo, estas piezas no viven más de 24 horas porque son creadas para recogerse el mismo día que se elaboran, como parte del ritual de despedida que surge a los ‘Nueve Días’ de haber fallecido una persona.
-Una cruz para varias manos
Sobre la vigencia que posee la tradición de ‘Levantar la cruz’ en Oaxaca, Avendaño Acevedo opinó que ésta se sigue realizando, pero considera que actualmente se ha perdido la fuerza en la oración, “a muchas personas ya no les gusta rezar, ni cantar y a veces el rito se vuelve muy superficial. ‘Levantar la cruz’ significa ayudar, poner el hombro para cargar la cruz juntos, ayudar al que está caído, pedir por quien ya no puede pedir para sí mismo”.
Luego de terminar su obra, don Miguel entrega el tapete a la familia, quienes se encargan de enmarcarlo entre veladoras y flores. En la noche, un rezador dirige los rezos y un ritual donde guía a los padrinos si el difunto es hombre, o a las madrinas si es mujer, quienes se encargan de recoger la tierra y depositarla en cubetas para al día siguiente llevarla a la sepultura del fallecido.
Este acto tradicional enlaza de por vida a padrinos o madrinas con la familia doliente, pues desde ese momento signan un compadrazgo de apoyo y respeto. El arte que guarda un ‘Tapete de Nueve Días’ cierra los rituales fúnebres para dar cauce al luto, que en algunas familias de los Valles Centrales de Oaxaca, duran hasta un año.
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