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OLIVA OLIVO: ¿DE CARICATURA A TERAPEUTA?

Paulina Guisa afirma que se ha motivado en desarrollar estas situaciones en el teatro, para emitir un mensaje desde el arte, cuya obra nos invita a la reflexión personal sobre nuestras relaciones de pareja.

 

Colaboración de Sarai JUÁREZ  y  Yael TEODOCIO 

Oaxaca, Oax.- La mayoría de las personas recordamos al personaje de Oliva,  de la legendaria caricatura de Popeye. Una mujer de cabello negro que usaba una blusa de color rojo, quien acompañaba al marinero adicto a las espinacas en varias de sus aventuras, sin embargo, aunque han pasado muchos años desde la transmisión de aquella caricatura, su influencia permanece todavía en la cultura popular.

Oliva Olivo regañando al público asistente. Fotografía: Yael TEODOCIO.

La dramaturga y actriz, Paulina Guisa Romero, se inspiró en este personaje femenino para crear la pieza escénica «Oliva Olivo: Adicta a los patanes». Proyecto en el que ella decidió reinterpretar a este personaje femenino, a raíz de su experiencia en una ruptura amorosa, buscando reflejar -en palabras de la dramaturga- «su sentir personal y el de muchos otros que han pasado por situaciones similares». La pieza teatral se presentó el 29 de junio en Casa Ceiba, espacio independiente dedicado a la difusión y presentación de las artes escénicas.

  • ASÍ VA LA HISTORIA

La dramatización contó con dos personajes; el primero de ellos Cocoliso, interpretado por Yanina Arroyo, quien fungió de alivio cómico durante la presentación, pues a través de sus juguetonas interpretaciones musicales y algunos movimientos torpes hacían reír al público en los momentos de tensión en los que Oliva lloraba por su exnovio.

El segundo personaje era Oliva Olivo,  quien relata durante el resto de la obra, su previa relación con Jordi Guadalupe alías «Popeye», personaje que entre albures y piropos hizo enamorar a la joven Oliva, ´pero en esta historia no hubo un «felices para siempre», pues poco después de consumar el acto íntimo, él dio por terminado ese amorío. Situación qué la dejó con un gran despecho, a sabiendas de todas las banderas rojas existentes en esa relación: toxicidad, abandono, invalidación emocional y falta de comunicación, eran las constantes.

Tras esta crisis emocional, Oliva sufre una catarsis que la lleva a entender el valor que ella tiene como persona, superando aquella relación y siendo ahora una coach espiritual, experta en problemas de pareja, quien no teme recurrir a los remedios más extraños y esotéricos que considere conveniente.

“Agárrale ahí en la entrepierna del muñeco”, dice Oliva a un voluntario del público. Fotografía: Yael TEODOCIO.

  • ¿QUÉ CLASE DE TEATRO ES ESTE?

Lo más característico de la función, fue su peculiar formato en el que Oliva Olivo interactuaba con el público, haciéndolos parte de la obra, más allá de ser espectadores, pues al menos en tres ocasiones los subió al escenario. Momentos en que hicieron uso de un lenguaje mordaz e irreverente, y la gente reía a carcajadas. Lo cual complementa los exagerados gestos y expresiones de los personajes, que bien podrían recordarnos vagamente al show de algún payaso, por la dinámica.

Tales actitudes nos hicieron preguntarnos ¿Qué clase de teatro es este? La respuesta, claro está, se encuentra en el teatro cabaret, caracterizado por la improvisación e interacción con el público presente, además de usar la música y la danza como recursos para contar alguna historia. Dichos rasgos que observamos, y que más adelante vamos a abordar, fueron un acierto para el mensaje que la obra nos desea transmitir.

La interpretación de Paulina Guisa, fue expresiva y espontánea, su esperpéntica actuación cumplió un rol más importante que sólo retratar a un personaje de dibujos animados, servía de crítica satírica hacía las mujeres y hombres que en situaciones de despecho similares, podían llegar al extremo de humillarse.

El uso de elementos técnicos jugó un papel importante en la obra: el piano remarcaba y daba profundidad a los detalles que Oliva relata. El humo infiere el papel de la espinaca como la marihuana. El teléfono es una analogía sobre cómo este aparato influye actualmente en las relaciones de pareja, donde no responden las llamadas y mensajes, en las toxicidades que este objeto desemboca y como nuestras interacciones son ahora más digitales que personales.

Por último; el atril con la frase: «Se honesto habla de». Presente en toda la función, la observamos cómo un recordatorio y motivo personal para hablar con honestidad.

Es evidente que el público se divierte con soltura en la función, ante las acciones y lenguaje en doble sentido de Oliva y Cocoliso. Cuando la protagonista invita al público a insertar agujas en la parte blanda del muñeco voodoo, parte menciona es  «frágil y que se hace chiquita con el frío», las personas  se dirigían a la parte íntima. Quién participó insertando la aguja, nos contó en entrevista, que su intención era hacer reír a la gente, aún cuando sabía que Oliva se refería al corazón.

Los asistentes se notan identificados ante lo que la dramaturga relata en la función, situaciones similares a lo que muchos han vivido, logrando que el público reconociera aquellas señales tóxicas en la relación de Oliva con sus experiencias personales, es así que la historia de Oliva está ambientada en un contexto mexicano en situaciones como: el robo de la cuenta de Netflix, las publicaciones en Facebook para contar los problemas personales, la analogía de la espinaca con la mariguana y al acto de llamar Popeye a alguien cuyo nombre verdadero es Jordan Guadalupe, lo que contextualiza esta situación con el espectador.

Puntos que el público  identificó y con los cuales se divirtió, al ver lo absurdas que son las interacciones de la sociedad actual. En entrevistas posteriores con el público, confirmamos este comentario, pues todos concluían en sentirse representados con el personaje de Oliva.

Oliva llora por Popeye. Fotografía: Yael TEODOCIO.

  • CRITICA Y MENSAJES 

La obra logra crear conciencia en las mujeres para la búsqueda del amor propio, a no dejarse marginar por alguien más, a tener el brillo que las caracteriza sin depender de una persona o relación. Este mensaje, no lo dice directamente, sino que por medio de las acciones absurdas y caricaturescas del personaje, hace una crítica a lo absurdo que el ser humano puede llegar a ser con sus comportamientos autodestructivos en las relaciones sentimentales.

Oliva y Popeye son solamente una fachada para hablar de las relaciones de pareja modernas. Aunque la razón principal de retomar a estos personajes, como nos lo comentó la dramaturga, era el hecho de reivindicar a Oliva Olivo ante la dinámica tóxica que ella veía dentro de esa relación en la caricatura.

Esta reinterpretación del personaje en su papel de terapeuta en relaciones de pareja tóxicas, no sólo es pertinente en estos tiempos dónde los índices de violencia de género se han exacerbado. De acuerdo al artículo de El Economista, desde 2016, año en la que la obra de «Oliva Olivo: Adicta a los patanes» fue estrenada hasta el 2024, ha incrementado un 401.1% de llamadas hechas al 911 por violencia de género. (El Economista, 2024, pág.1)

Paulina Guisa afirma que se ha motivado en desarrollar estas situaciones en el teatro, para emitir un mensaje desde el arte, cuya obra nos invita a la reflexión personal sobre nuestras relaciones de pareja, al  cuestionar al público de qué tan alejado está de vivir una relación similar a la relatada por Oliva Olivo.

 

 

 

 

 

 

 

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Staff Santa Cultura

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