80 años del japonés que se convirtió en oaxaqueño
Takeda, el samurái que se nutre de Oaxaca
Yaunque no es un secreto que nació el 13 de febrero de 1935, Takeda prefiere no hablar de sus ocho décadas de vida, el artista plástico Rolando Rojas lo ánima diciendo que ya no cumple años, que más bien es su santo.
Sentado en el estudio del pintor Israel Nazario, prefiere hacer un recuento de algunos aspectos de su vida, va de la infancia, a su llegada a México y su paso por la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), sitio donde sigue formando generaciones de artistas.
80 con sabor a mezcal
Hoy Takeda no celebrará con sake, bebida japonesa, en su mente está acariciar con el paladar el mezcal que disfruta desde que llegó a Oaxaca, en la mesa seguro reinará la comida oaxaqueña, tampoco vestirá como samurái, élite de la que proviene, quizá elija su guayabera blanca.
Pero esta vez sí celebrará, a diferencia de cuando era niño que nunca tuvo fiesta de cumpleaños porque nació en una familia humilde, aunque su madre provenía de una de alto rango, de sociedad, de estirpe de samurái.
“No me podían hacer una fiesta de estilo tradicional como se acostumbra con los samurái, mi madre estaba orgullosa de ser de una familia con ese linaje y ellos tienen cierta manera para festejar los cumpleaños, preparan la armadura, el sable, lo necesario para un caballero, pero nosotros no teníamos dinero para todo eso”.
El grabador que vive en Oaxaca desde hace más de cinco décadas plática que no celebraba porque durante su infancia Japón era un país muy pobre, venía saliendo de la segunda Guerra Mundial.
Ahora hace un balance y lamenta cómo ha cambiado la gente de su país, de cómo los jóvenes ya no aceptan lo que los viejos opinan, pero esto es general, ya que las nuevas generaciones de alumnos que llegan a la UABJO no se comportan como lo hacían anteriormente que venían de las comunidades con ganas de comerse el mundo.
– El japonés que se convirtió en oaxaqueño
Takeda es el resultado de dos culturas, desde que llegó a Oaxaca era el japonés que traía el bigote como Zapata, es aquel que hoy en tierra oaxaqueña cosecha verduras de su lugar de origen, el que ilustra con imágenes de indígenas cuentos escritos en su lengua natal.
Aquel que lleva al lienzo una temática impregnada de las culturas de esta tierra que habita, su trabajo se ha nutrido de constantes viajes por las regiones de Oaxaca al lado de sus alumnos, hoy muchos de ellos destacados pintores.
Pero también son su obra varias generaciones de artistas, que se formaron al lado del maestro, el amigo y para muchos que llegaron muy jóvenes a Oaxaca, Takeda es el padre que los adoptó y guió por el camino de la vida y el arte, aquel del que se nutrieron en conocimientos y los arropó con cariño.
En la charla rodeado por sus alumnos, Ixrael Montes, Saúl Castro, Rolando Rojas, Israel Nazario y Misayo Tsutsui; el japonés expresa que a todos los une el amor por sus raíces, “somos nacidos de pueblitos, nosotros nos formamos por nuestra identidad”.
Los alumnos del artista reconocen que él les hizo valorar el lugar de dónde venían, reconocer su raíz y encontrarse en el arte.
Expresarse en arte gráfico
La gráfica ha sido sin duda una de las técnicas que Takeda ha impulsado en Oaxaca, detalla que con materiales sencillos, como gurbias y madera, pueden contar sus sentimientos.
“Son herramientas que nos ayudan a entablar un lenguaje, aquí había varios maestros de pintura, pero las herramientas de grabado están al alcance de todos”, acota el artista.
Quien el año pasado fue reconocido con el Doctorado Honoris Causa por la UABJO, dice ser un campesino, y lamenta que los campesinos no aparezcan dentro de la historia mundial.
“El mundo debe valorar nuestra cultura, nosotros tenemos nuestros abuelos, como Benito Juárez que es un fenómeno de cultura intelectual”.
Israel Nazario recuerda que el japonés cuando les daba clases siempre les decía que el artista es un guerrero social, tiene que ir al frente, y aunque este rodeado de gente llega el momento en que debe estar solo con su obra.
Hombre de barro y arcilla
La culturas ancestrales fueron las que enamoraron a Takeda e hicieron que se quedará primero en México y después eligió Oaxaca como la tierra donde ahora dice que nació, creció, se hizo y lo hicieron con barro y arcilla muy vieja.
“Y puedo decir con orgullo que alguna vez aquí tendré que morir, satisfecho y con el corazón abierto y más contento que todos mis años juntos”.
Cuando recibió el Doctorado Honoris Causa por la UABJO el artista plástico comentó que nació y creció con los muchachos que vienen del campo, cargados de un alma que sorprende siempre: “su palabra y su lengua nativa, su empeño e inocencia, su curiosidad por aprender, lo que traen de su magia al llegar a la ciudad, lo que cuentan de sus naguales y los espantos. Los pueblos de Oaxaca me han enriquecido de todo”.
“Oaxaca me ha tomado de las manos para conducirme por muchos caminos de sueño, por rincones de flores y frutas; he bebido su mezcal que me hace cantar con el pincel y sus colores; he visto mujeres que vuelan como mariposas”.
El catedrático de la UABJO viaja constantemente a Japón para exponer su obra o recibir condecoraciones como la de la Orden del Tesoro Sagrado entregada por el Emperador a finales de 2012, sin embargo dice sentirse extranjero en su tierra natal.
Hoy son los 80 años de un hombre que reúne sabiduría, entrega, pasión por el arte y la docencia, pero sobre todo de aquel que ama profundamente la raíz oaxaqueña.
No Comment